Tlaskamati

lunes, 16 de febrero de 2009

No es una nota policiaca... "El eden sangrando" ...





Los sicarios, entre ocho y diez, arribaron en tres vehículos poco antes de que oscureciera, atravesando el portón que protege la propiedad sin que los familiares notaran su presencia.

Todavía avanzaron con la sorpresa a su favor unos 80 metros sobre el camino de terracería para llegar a los caseríos sin reboque, levantados con block y láminas pintadas de rojo.

En Monte Largo comienza a oscurecer y los árboles del camino ensombrecen aún más la única luz “pública” que comparten entre las familias, un foco colgado de un almendro.

Una hora antes, una de las moradoras de la familia, la maestra, como se refieren a ella los vecinos que la conocen, cerró el portón para ir a una kermese, a 200 metros de allí, en una escuela.

“La salvó el bailongo”, dicen dos muchachas vecinas.

No imaginaba que mientras ella bailaba, los sicarios bajan rápidamente de sus camionetas, distribuidos en pequeños comandos y fuertemente armados.

Los cobardes sabían muy bien de la distribución de las casas y sus moradores, pues es evidente que para llegar a Monte Largo hay que saber de veredas para no perderse o estar bien enterado.

Las detonaciones fueron rápidas y se alcanzaron a oír hasta el otro poblado cercano, en Belén, donde hay un destacamento de policías. Actuaron con la ventaja de las “hienas” que saben que nos las esperan y están en ventaja.

Los asesinos, cubiertos por las sombras de los árboles y la cobardía que da el saberse armado, cumplieron su vil crimen.

Lo hicieron sin remordimiento, sin compasión, con la ventaja que dan las R-15, los cartuchos .223, sobre cuatro mujeres y seis niños que quizá nunca se enteraron de lo que ocurría esa noche del 14 de febrero.

¿Cómo explicar que un adulto pueda asesinar así, a mansalva, a cuatro pequeños que nada sabían y se protegían temerosos debajo de la cama.

¿Para dejar bien claro el escarmiento? ¿De qué o contra qué?, es lo que se preguntan en voz baja los vecinos.

Algunos indignados que prefieren no dar su nombre rechazan la versión oficial que reduce el cobarde crimen insensiblemente a una venganza familiar.

“¡Cómo no, si así fuera no hubieran actuado tan cobardemente!. Tanto que se ha sabido de secuestros y asaltos y la gente no denuncia por miedo”, agrega otro parroquiano.

Se preguntan: si fuera un problema familiar que tenía que ver el vende fresa en la familia, y el armamento que se utilizó, entonces a que se dedicaba esa familia, que razón trasfondo hubo, y el policía asesinado en que estaba metido.

“Si eso le hacen a un coordinador del Grupo Elite Modelo, ¿qué no le harán a cualquiera?, dice indignada una anciana que pronto es callada por la mirada de quien podría ser su hija o nuera.

Las detonaciones dejaron un temor que ninguna versión puede aplacar. La comunidad sólo había sido cimbrada hace cuatro o cinco años apenas, cuando una pelea entre borrachos terminó en golpes y balazos.

Ahora la gente no lo entiende. No hubo alcohol ni pleitos, pues a decir de la comunidad, la familia Reyes López era tranquila.

Un perro flaco y trasijado se quedó ladrando al comboy asesino que salió huyendo como ratas hasta perderse por el rumbo de Macuspana. Seguramente se desviaron en el entronque de la ranchería Chichonal para salir a la carretera federal Macuspana-Villahermosa. Lo demás es la historia.


Por: Redacción

No hay comentarios: