Tlaskamati

viernes, 20 de febrero de 2009

Tamaholipas...para la fiesta que está




Apenas los primeros rayos solares se asomaban en lo alto de la gran montaña y ya para esa hora era un gran movimiento el que se registraba en todos los rumbos de aquel pueblo de indios llamados" Tamaholipas ".

De los cuatro puntos cardinales se veían llegar numerosos grupos de indios, quienes muy contentos y hasta entonando algunos cantos, de inmediato se disponían a seleccionar el sitio más adecuado para establecerse.
La llegada de estos grupos indígenas tornaba todo aquel lugar en un espectáculo maravilloso por la gran diversidad de atuendos, así como por las cosas que traían cargadas. Era curioso poder observar cómo las mujeres llegaban cargando a los niños más pequeños; mientras que los niños más grandes cargaban algún artículo y caminaban junto a sus padres. Los hombres llegaban cargando grandes ollas de barro y también diversos artículos propios de la región de donde procedían.
Tanto hombres como mujeres llegaban ya muy bien ataviados en su arreglo personal con muy vistosos y llamativos colores, cada quien de acuerdo a sus tradiciones y costumbres.
La presencia de cada uno de estos grupos visitantes era de llamar mucho la atención ya que además del colorido de sus atuendos, la forma en que traían pintado su rostro y otras partes del cuerpo en donde predominaba el color rojo, blanco y amarillo. Cabe mencionar que las prendas de las mujeres eran siempre de colores intensos predominando el verde y amarillo.

Pues todo este gran movimiento que desde temprana hora allí se registraba no era para menos: Precisamente con ello se marcaba el inicio de los preparativos para la gran Fiesta en Tamaholipas. Era el mes de Julio, época precisa en que la naturaleza brindaba las más variadas muestras de frutas silvestres y abundante caza.
Este mes lo aprovechaban los Tamaholipas para realizar una gran fiesta en donde se les agradecería a los dioses tales beneficios. Por esta razón, con mucha anticipación invitaban a grupos indígenas de los más diversos rumbos, y así año con año se reunían allí más de veinte tribus; cada una con diferente dialecto y costumbres.
La fiesta que cada verano se realizaba en la región de los Tamaholipas, pronto alcanzó gran fama, ya que la magnífica organización era ya una garantía para que aumentara cada vez el número de asistentes. Con mucha anticipación cada grupo que asistía se preparaba de lo mejor con el fin de dejar la mejor impresión ante los organizadores y los otros grupos. Con el paso del tiempo a este lugar en que se realizaba la fiesta se le conocía como 'Tamaholipas'.
Por tener origen huasteco, esta palabra significa "Lugar de los Montes Altos". También se acepta otra versión: "Lugar donde se reza mucho". Pero lo importante es que este pueblo ya estaba fundado muchos años antes de la llegada de los primeros españoles.


La gran Fiesta en Tamaholipas representaba una gran satisfacción para los organizadores quienes tenían la oportunidad de contar con la asistencia de cientos de indios y convivir con ellos en forma pacífica durante tres días. Esta era muy importante en aquella época por las constantes guerras entre unos y otros. Otra de las finalidades de la gran fiesta era la de tener la oportunidad de intercambiar los más variados artículos y objetos, cada uno de las diferentes regiones.
Para esta actividad de trueque, cada grupo invitado procuraba seleccionar aquello que tuviera más demanda en la fiesta.
La fiesta de los Tamaholipecos siempre encadenaba un interés cada vez mayor, ya que quienes habían asistido con anterioridad hacían comentarios favorables; eso motivaba a otros grupos para asistir.
Este hecho de interés por recibir cada vez más visitantes, daba la oportunidad a los organizadores para no descuidar detalles a fin de que los nuevos visitantes se llevaran la mejor impresión; como en realidad así sucedía.
De esa manera, entre más fuera el número de grupos que a Tamaholipas asistían, mayor sería la cantidad de artículos que se intercambiarían haciendo un verdadero Tianguis. Por ejemplo: Llamaba mucho la atención las grandes y rojas tunas que los indios Pisones llevaban del Altiplano comprendida en los actuales municipios de Miquihuana, Palmillas y Bustamante.
Esta fruta silvestre tenía siempre muy buena aceptación y demanda por parte de los visitantes que en otras regiones no se conseguía.
……………

empezaban a encenderse las fogatas con las que se alumbrarían por la noche produciendo con ello un verdadero espectáculo maravilloso por el contraste de la luz de las fogatas con la obscuridad que todo lo cubría.
El tiempo que duraba la noche era una buena oportunidad para observar cómo cada grupo trataba de pasarla de la más variada forma . Esto era de acuerdo a lo que sus costumbres les marcaba, pero en cada uno de aquellos grupos se podía ver algo que era muy común: algunos cantos, bailes sencillos o simplemente platicando alrededor de las fogatas alegrándose el rato con el indispensable 'pevote'. Al hacer un recorrido nocturno por los diferentes sitios en donde aquellos indios estaban instalados. No dejaba de sentirse una gran emoción por tan singular espectáculo.
Al llegar el segundo día preliminar a la fiesta. Desde muy temprano y a los primeros rayos del sol; cada grupo se disponía a recibir el saludo por parte de los jefes organizadores de la gran fiesta. Este acto de saludo de bienvenida era de mucha importancia para todos los que alli se encontraban ya que siempre cada año se contaban con nuevos grupos que asistían con mucho entusiasmo. Durante este acto. Los organizadores hacían entrega a los visitantes de sencillos obsequios de diferentes tamaños y calidad. Para ello, casi siempre se buscaba la ayuda de los más ancianos de cada grupo ya que ellos sabían otros dialectos.
Era de observarse que en este segundo día previo al inicio de las actividades todavía llegaban y se instalaban nuevos invitados, quienes por ir de regiones más alejadas tardaban más días en llegar. Es que era tanta la importancia de poder estar ahí que nadie se quería perder la oportunidad de visitar aquel lugar.

Ya para este día. Los grupos que habían llegado con anticipación empezaban a realizar pequeños recorridos de reconocimiento por los sitios más cercanos a donde ellos se encontraban. Esto lo hacían para ver la gran cantidad de artículos y objetos que se ofrecerían al momento de intercambiarlos con ellos. Durante estos pequeños recorridos era maravilloso observor la gran variedad de atuendos que cada grupo portaba. Todo esto lograba dar mayor lucimiento y colorido a la estancia de aquellos indios que tal vez dejaban todo en sus lugares de origen por asistir a la invitación que los tamaholipecos Les habían ofrecido.
Los indios tamaholipecos ya tenían todo muy bien preparado con mucha anticipación a efecto de que no fallara nada y con ello lograr como siempre proyectar la mejor impresión.
Con todo esto se lograba el éxito que de seguro cada año se obtenía.
Para todos los visitantes era muy admirada la gran capacidad organizativa de los indios de aquella región, reflejándose ésta en el buen desarrollo y éxito de la fiesta.
Algo muy especial de admirarse en aquel sitio era la magnifica hospitalidad que se ofrecía para todos. No había distinción, no importaba el color de la piel o el dialecto; a todos se les atendía de la mejor manera. Así como siempre lo sabían hacer los tamaholipecos.
De esta manera, entre el continuo acomodo de los diferentes grupos y los saludos de parte de los organizadores. Empezaban ya a ocultarse los rayos solares en la alta montaña, esperando al fin el día principal en que se iniciarían las actividades de la gran fiesta...


T. Arizoca Sanabria
(El Peyote del Janambre)
Del Libro: Fiesta en Tamaholipas
Cronista Tamaulipeco

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