Tlaskamati

lunes, 3 de agosto de 2009

Innombrable en Oaxaca

Salinas se renombra




Julio Hernández López

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VIAJE AL PASADO. El ex presidente Carlos Salinas de Gortari; su esposa, Ana Paula Gerard Rivero, y sus hijos visitaron la zona arqueológica de Monte Albán, para después dirigirse al Centro Histórico de OaxacaFoto Notimex E
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En la bella Oaxaca también se ven cosas alrevesadas. Carlos, quien era antes el innombrable, ahora endosa tal adjetivo irónico a un Andrés Manuel que se lo había aplicado. Salinas de Gortari celebra con Ulises las fiestas del priísmo redimido y se planta (vestido de guerra: con cachucha y chaleco de combate, a más de estratégicos lentes oscuros) en el escenario de aquella entidad mientras López Obrador ha arrancado su más reciente Puebletón, con el virtual candidato Gabino Cué a un lado, el mismo al que el todavía innombrado Cesarín Nava ha dado el Beso de San Diódoro al anunciar que, de ser él quien presida al PAN, estaría dispuesto a que el citado Gabino sea candidato compartido, en una inusual alianza PAN-PRD. Mientras OLMA se va al mundo de los usos y costumbres, Gosacar se reúne en la capital oaxaqueña con la clase política y con los diputados federales electos que pertenecen a PRI.

Política retro: Beltrones salta desde el pasado para advertir que la cédula de identificación biométrica (que en esta columna ahorradora de espacio habrá de denominarse Cédula Hildebrando) no debe ser utilizada para ir hacia atrás en la historia, reinstalando el control de lo electoral en Bucareli. Y los pobrecitos consejeros electorales menospreciados dicen que, en todo caso, se contentan con que les den el dinero para que ellos hagan la CedHilde. Y Cesarín Nava supone que defiende a su partido al pedir a los priístas que no se relaman los bigotes (luego, se deduce, de haberse despachado enterito al pobre partido pésimamente conducido por Felipe a través de su monito de ventrílocuo llamado Germán), pues las cosas electorales suelen cambiar drásticamente, y él, el gran César, está seguro de que el PAN se levantará tan épicamente que acabará manteniendo la ocupación de Los Pinos por seis años más.

Y, mientras Obama dice que seguirá apoyando a Calderón en la guerra contra el narcotráfico y que, si se pudiera, le gustaría ser lo más cooperativo posible para aplicar en México una política como la desarrollada en Colombia (donde, ha de recordarse, los soldados gringos tomaron directamente el control de la situación, y donde ahora Álvaro Uribe ha aceptado que haya bases militares estadunidenses), ¡hasta mañana, en esta columna acalorada!

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