Tlaskamati

miércoles, 7 de octubre de 2009

El impuesto 2%, famélico caballito de batalla

De nada han servido los berrinches mediáticos –en vivo y a todo color– que, un día sí y el siguiente también, protagoniza el cada día menos convincente –si algún día lo fue– inquilino de Los Pinos en defensa, según dice, de los más pobres (los heredados y los mexicanos que en grueso volumen ha incorporado a tal condición durante su estancia en la residencia oficial), pues su paquetazo 2010 ha sido prácticamente rechazado por todos los sectores.

El impuesto de 2 por ciento para el combate a la pobreza (como le llaman en Los Pinos, y que no es otra cosa que un IVA con disfraz asistencialista) es cada día un más famélico caballito de batalla de Calderón y recaudadores que lo rodean. Dada su condición de tema único en el machacón discurso oficial, parecería que la propuesta fiscal para 2010 se limitaría a ese gravamen, aunque en realidad sólo forma parte de una enorme lista de otras acciones (léase aumentos en otros impuestos y alzas en precios y tarifas del sector público) que deteriorarán más el de por sí precario nivel de vida de la mayoría de los mexicanos.

Que los sensibles legisladores –siempre preocupados por las causas populares– decidan no aprobar el impuesto de 2 por ciento al consumo (o acotarlo, es decir, aprobarlo pero sin alimentos y medicinas, como algunos perfilan) sería más que atinado, pero lo peligroso estriba en que el rechazo a este gravamen sea la moneda de cambio para que la citada lista de otras acciones del paquetazo 2010 pase por la libre. A partidos y congresistas les resultaría políticamente muy redituable una acción de tal naturaleza, aunque entre las patas se lleven el de por sí deteriorado nivel de vida de los mexicanos.

Mientras las hojas del calendario caen, los berrinches del inquilino de Los Pinos suben de tono y los partidos políticos –excepto el PAN, desde luego– negocian en lo oscurito, la propia Cámara de Diputados, por medio de su Centro de Estudios de las Finanzas Públicas, concluyó que la aplicación de una contribución de 2 por ciento al consumo generalizado reducirá el poder de compra de todos los hogares del país, incluyendo a las familias ubicadas en los deciles más bajos, cuyos ingresos son insuficientes para cubrir sus niveles de consumo y quienes complementan su gasto familiar con deuda, subsidios privados (remesas) o públicos provenientes de los programas sociales de los gobiernos federal y locales. Si el Congreso de la Unión aprobara esta contribución, en sus términos, se tendría que reflexionar respecto al diseño de su base gravable, la cual no podría ser generalizada; por el contrario, tendría que ser focalizada, porque los ingresos de los hogares ubicados en los deciles I al IV (40 por ciento de la población más pobre) no alcanzan a cubrir su nivel de consumo, y con la aplicación de esta contribución se reduciría su poder de compra, restringiendo aún más su demanda de bienes y servicios.

Independientemente de que desde el punto de vista económico, el impuesto del 2 por ciento golpearía el ingreso de la clase media, el referido Centro de Estudios advierte que lo primero que procede para incrementar la recaudación de los impuestos al consumo es ampliar el poder adquisitivo de los hogares del país a través de la generación de empleos e incrementos salariales, la reducción de las tasas impositivas o evitar crear nuevos impuestos. Sin embargo, la estrategia seguida en México ha sido incapaz de contener la pérdida masiva de empleos, la política salarial es altamente restrictiva, se han propuesto incrementos en las tasas impositivas al consumo y al factor trabajo, así como la creación de una nueva contribución que recae sobre el consumo generalizado. Esta estrategia podría ahondar más la recesión económica o podría generar que el repunte económico se inicie tardíamente y continuar con la ya profunda caída en la recaudación de los impuestos al consumo, como el IVA.

De acuerdo con el paquetazo calderonista, el nuevo impuesto de 2 por ciento al consumo generalizado permitiría reducir la precaria desigualdad social existente en el país, pero –apunta la Cámara de Diputados–, de acuerdo con la OCDE, en México la política fiscal no es un instrumento redistributivo eficaz; particularmente, los índices de desigualdad se reducen 2 puntos Gini después del cobro de impuestos, comparativamente con los países europeos, que avanzan 15 puntos Gini en promedio. Estas naciones logran dichas metas porque su política fiscal es un auténtico instrumento de recaudación y de redistribución de la riqueza. Visto desde el enfoque de la OCDE, si todo el sistema recaudatorio mexicano es incapaz de reducir la desigualdad social o avanzar de forma en extremo limitada, la contribución de 2 por ciento, en particular, tendría un efecto mínimo en el combate a la pobreza.

Entonces, no va por allí, por muchos berrinches públicos, ya que una política estructural de combate a la pobreza en México se dará cuando el Estado reduzca su dependencia de los ingresos petroleros y realice una profunda reforma fiscal que incremente la recaudación no petrolera, seleccionando con visión económica y no política, los regímenes fiscales especiales y ampliando la base de contribuyentes para que todos los mexicanos, sin excepción, contribuyan con el gasto público de manera proporcional a sus ingresos, y no sea una estrecha base de contribuyentes, principalmente de clase media, la que soporte la gran parte de la carga tributaria.

En plena recesión como la que registra el país, la política tributaria debería ser un instrumento para reactivar la actividad productiva, evitando aumentos en las tasas impositivas o impidiendo la creación de nuevos impuestos, incrementando los empleos y los salarios de la población trabajadora. De esta manera, a través del mercado laboral y del aumento del consumo interno se recuperaría la recaudación de los impuestos y se ampliaría la base de contribuyentes.

Las rebanadas del pastel

Si en algo contribuye, el autor de estas líneas se suma incondicionalmente (con todo y sus tres años de viaje fantástico por los pasillos del SAT en pos de su devolución de impuestos) a la propuesta de René Drucker (SHCP: organismo tramposo para causantes cautivos; La Jornada, página 14, 6 de octubre de 2009). Plantea el doctor: si Hacienda me demuestra que yo soy el único caso como el que describo, le regalo mi devolución y que le haga provecho. Va la mía en prenda.


Carlos Fernández-Vega

cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx

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