Tlaskamati

sábado, 17 de julio de 2010

Francisco Toledo...70




“Ya me pasé de la raya, son muchos años 70”

Sentado en una silla en el patio del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, Francisco Toledo habla de su obra, de su familia, de sus problemas al cumplir hoy 70 años de edad
“Pues me siento viejo, que más me voy a sentir; viejo, tonto, y bueno no sé, creo que ya me pasé de la raya, porque son muchos años 70, estoy con pocos ánimos de trabajo y rodeado de los problemas políticos de San Agustín Etla que no tienen para cuándo resolverse y esto me da un poco de tristeza”.

Es Francisco Toledo, al hablar de la edad que hoy cumple, sentado en una silla en el patio del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO).

El pintor juchiteco argumenta no saber cómo va a terminar y cómo van a seguir las cosas en San Agustín Etla. “No sé si va a seguir esta amenaza constante sobre mi persona, estos 70 años son difíciles, por razones físicas y por lo que pasa en mi entorno”.

A pesar de que dice vivir un momento donde lo rodean problemas añejos, esta vez la voz de Toledo es más fuerte, más revitalizada, y es que en sus 70 años disfruta de llegar todas las mañanas al IAGO, colocar los periódicos, que ya ha leído en su casa y tomarse un café en la cafetería mientras presume el cartel que su hija Laureana diseñó, “y le quedó muy bien” para ese espacio.

Toledo lamenta no haber dedicado más tiempo a la pintura, pero se consuela diciendo que también es aburrida de repente.

“Empecé como pintor y ahora resulta que soy entre benefactor y activista social, o no sé qué, el pendiente que tengo o lo que me falta y me va a faltar es el haber dedicado a mi trabajo de pintor más tiempo, pero no sé si tenga todavía mucho tiempo, pero ya es tarde para estar lamentándose el haberle dedicado más a la pintura”.

En Oaxaca el pintor juchiteco es un personaje que no pasa desapercibido, la gente que entra al IAGO muchas veces va con la idea de encontrarlo y tomarse una foto con uno de los íconos de la cultura mexicana.

Es común verlo caminar por las calles de Alcalá, todos lo ven, lo reconocen, pero no todos se atreven a hablarle; él dice que la gente lo saluda, “quizá sea porque me aprecian, hay de todo, hay muchos que no me quieren pero hay otros que sí”.

Una gran familia

De su familia, se sabe del abuelo Benjamín, sus padres y de sus hijos, los grandes son los más conocidos, son artistas como Toledo pero él habla de todos sus hijos con orgullo y de sus nietos con emoción.

“Yo tengo una gran, gran familia, bueno gran familia no, porque mi papá tenía más hijos que yo y más señoras que yo, pero bueno la familia con la que convivo o que he convivido los últimos 20 y algo de años es Sara que está en México, ya está terminando la universidad y Benjamín el más chico tiene 15 años, está en preparatoria, es el único que lleva el nombre del abuelo Benjamín, que era zapatero y vivía en Ixtepec, ahí vivieron los cuatro abuelos”.

Francisco Toledo hace una pausa, y también platica que por la mañana ha donado despensas para los migrantes que pasan por el Istmo de Tehuantepec.

En tanto enumera a cada uno de sus amores, de Laureana comenta que hizo el cartel de la cafetería del IAGO, el Dr. Lakra anda viajando. “Natalia es la más grande pero ni le digo cuántos años tiene sino… pero bueno también anda de viaje, todos los grandes andan por su lado”.

Panchito y Juanito son sus dos nietos costeños, que son los hijos de Alelí, “son muy simpáticos y muy enojones, como los costeños más o menos, son muy tremendos también”, relata el Francisco Toledo mientras los rayos del sol que logran traspasar la espesa bugambilia le tocan en la cara.

El maestro asume que el carácter de sus hijos lo tienen muy parecido al de él; “creo que nadie lo tiene igual, todos son más listos y más vivos que yo, quizá en el modo de hablar con esa vocecita entre cansada y bajita es Jerónimo quien se parece a mí, en mis hijos veo muchos de los gestos de mi madre, aunque no la hayan conocido o los gestos de mi padre, pero míos no veo tantos”.

Mientras platica sin prisas, el artista plástico siente la mirada de un trío de turistas que con papalotes en mano buscan la firma y la imagen que inmortalizará al juchiteco; hace una pausa y comienza a firmar, el momento en que se va a disparar la cámara es interrumpido cuando Panchito y Juanito llegan con su madre, y se abalanzan a los brazos del abuelo.

La foto molesta al más pequeño de los nietos y gruñe, ante la risa del abuelo que indica que “ellos son los hijos de Lakra, ve como es enojón, pero es más que yo, haber cuándo les he hecho un gesto así”, pregunta Toledo mientras le hace cosquillas a uno de los pequeños mientras le dice si los dibujos que lleva en el brazo son de Lakra.

Continúa con la entrevista y les dice que mientras lo esperan pidan una nieve en la cafetería; el tema de los tatuajes salta a la charla y el maestro responde con un “nooo” prolongado que acerca de sí tiene algún tatuaje en su cuerpo, “no me gustan nada, nada, cuando Lakra se empezó a tatuar no me gustaba mucho, pero nunca me metí en sus gustos”.

De su actual esposa Trine Ellitsgaard dice que “es una tejedora muy trabajadora, muy ordenada, lleva la casa, ordena todo, hacía tarea con los niños, me ayuda en las cuentas de mi trabajo y es una gente incansable y admirable”, expresa Toledo mientras se queda pensativo.

La obra

Sobre la información que Francisco Toledo y Gabriel Orozco son los mexicanos mejor cotizados en el extranjero, el pintor juchiteco relata que eso no lo ayuda a él sino a los coleccionistas.

“Todo responde a un mercado, la gente va revendiendo la obra, no es como gran cosa, tal vez si estuviera produciendo mucho esas alzas en los precios serían bueno por la obra que se está haciendo, pero se hacen ricos otros que compraron años atrás”.

En el arte, comenta, existe un fenómeno en que a la gente le gusta cierta época de los pintores y ésta es la que se cotiza muy alto, “hay otras épocas que no se cotizan tanto; hay un chiste que dice un pintor, que cuando va a cantar Pedro Vargas, siempre le piden Perjura, siempre le piden la misma canción, es la que le gusta a la gente y pasa eso con los pintores, al público no le gusta que te salgas de un estilo, tema o ciertos colores, cuando haces propuestas nuevas ya los coleccionistas sienten que ya no es el Toledo de siempre, creo que pasa en todos los ámbitos, a Pedro Infante, le pedían Amorcito corazón, son fijaciones que el público tiene”.

Y recuerda la época que vivió en París: “toda mi obra tenía mucho colorido y tenía cierta relación con algunas historias, mitos, leyendas y cuentos de Juchitán, todo esto era lo que gustaba en ese momento, hice pinturas que tenían temas eróticos y hubo un público para esos temas eróticos y ha habido público para todo, la obra siempre circula, lo que ya se vendió anda en manos de coleccionistas y subastas, y les va bien a los que compraron barato”.

Sigue creando

A sus 70 años, Toledo continúa creando, explorando nuevos materiales, ahora trabaja en las puertas del edificio de la nueva Facultad de Economía de la UNAM, diseñado por el arquitecto Ricardo Legorreta.

“A partir de las puertas que se van a inaugurar, si hay gente interesada en ellas o instituciones que quieran trabajos como ese, seguiré con el vidrio, no he explorado todas las posibilidades, el material es muy caro, pero podríamos hacer con él esculturas, ya hicimos un intento con un pescado de vidrio que hicimos” dice el maestro que en el 2002 se opuso a que un Mc Donalds se instalara en el Centro Histórico de esta ciudad.

Hay algunos proyectos que en algún momento el artista dejó inconclusos como el diseño de botellas. “Quisimos vender un diseño de la casa que fuera especial, empecé a trabajar en esto pero se suspendió y eso se puede retomar si hay alguien que pueda financiar”.

También trabaja en La Gaturna, la urna que contendrá las cenizas del escritor Carlos Monsiváis, aunque admite que quizá a su amigo le hubiera gustado que un artista popular hiciera este trabajo.

“Al final de cuentas no creo que le importe mucho donde esté, si es que está en un bote de chiles jalapeños o un diseño de Toledo, lo que sí creo que le hubiera gustado más es una urna hecha por un artista popular, porque esa era su debilidad, como a mí me tocó porque soy un amigo cercano, se conformará con la urna de Toledo, se le puso un gato parecido al de Alicia en el país de las maravillas, está como riéndose”, cuenta mientras el viento mueve su cabellera despeinada.

Mientras con la mirada busca a sus nietos, muestra la nueva publicación del IAGO, El Comején, la cual tiene como idea difundir el acervo de la biblioteca del IAGO.

“Da Jandra tiene un taller y los que hacen las reseñas de los libros son los alumnos y las ilustraciones son de los que trabajan aquí como vigilantes, está Sabino (López) entre ellos y la portada es mía”.

A punto de despedirse, no duda en decir que es el IAGO una de las instituciones que más quiere. “Es donde vengo más, esta casa me recuerda que aquí viví con Lakra y con Laureana, son años que recuerdo con tristeza y también angustia, hace 40 y tantos años, con tristeza porque el tiempo pasó y no sé por qué el tiempo pasó”.

Mientras se sumerge otra vez en los recuerdos, Francisco Toledo, el artista, la persona, el oaxaqueño, el hombre de las anécdotas con Monsiváis, Poniatowska, Tamayo y un sinfín de personajes, dice que celebrará este día comiendo como todos los días.

“Voy a tomar mis dos cervezas que me permiten y ya es todo, va a ser un día más tranquilo que otros años, me voy fuera de Oaxaca para estar solo con la familia, no sé realmente si van a estar todos mis hijos, no los invito pero si llegan son bienvenidos y ya”.

La tarde es húmeda y los niños son los que disfrutan de una nieve oaxaqueña, mientras el abuelo prefiere tomar una taza de café, de aquel aromático que personalmente eligió para su cafetería.

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