Tlaskamati

lunes, 16 de agosto de 2010

La vida mercenaria en Tamaulipas

Arturo Guzmán Decena, un militar de élite nacido en Puebla que desertó del Ejército Mexicano para cuidar la vida del capo Osiel Cárdenas Guillén, fue acribillado en un céntrico restaurante de Matamoros en septiembre de 2002. Tres meses después, en las afueras del sitio donde murió, apareció una enorme corona fúnebre y otros cuatro arreglos florales acompañados de su nombre y de una dedicatoria: “Te llevaremos siempre en el corazón: de tu familia de Los Zetas”.

Este suceso llamó la atención del investigador español Carlos Resa Nestares, quien descubrió a los pocos días que Guzmán Decena había sido un destacado miembro del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales del Ejército Mexicano (GAFE), el núcleo militar creado en 1994 al calor de la insurrección del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas. Al igual que Guzmán Decena, por lo menos una veintena más de Gafes dejaron las fuerzas armadas para convertirse en la escolta de Cárdenas Guillén, el sucesor de Juan García Ábrego en la dirección del cártel del Golfo.

“Los Zetas pueden ser una anécdota fugaz, pero también podrían ser los pioneros de una industria en expansión, con amplias oportunidades de negocio y que, en última instancia, constituiría una institucionalización de la mafia en México bajo nuevos mecanismos”, escribió en sus anotaciones de aquellos años Resa Nestares, colaborador de la ONU en asuntos de narcotráfico. En esa época Los Zetas eran más leyenda que realidad. Se hablaba poco de ellos, pero en sus notas el investigador español ya esbozaba un análisis puntual sobre la banda, el cual, leído casi una década después, parece una profecía: “Los Zetas han dado un salto nunca antes visto y se han convertido en verdaderos mafiosos, ejerciendo su actividad desde la esfera exclusivamente privada, en confrontación con el monopolio de la violencia estatal. Esta circunstancia añade varios grados de peligrosidad al asunto de las drogas en México”.

LA EMPRESA
En estas notas, Resa Nestares evitaba clasificar a Los Zetas como narcotraficantes. “Su desconocimiento de grandes clientes y proveedores, de la infraestructura en general, les impidió convertirse en una empresa autónoma de drogas, en unos narcos en toda regla. Entre 1999 y 2000, en diversas tandas, cambiaron de cliente y pasaron a vender sus servicios a un empresario privado de drogas, Osiel Cárdenas Guillén. Privatizaron su clientela. No había muchas diferencias entre el tipo de servicios que prestaron primero al estado y más tarde a Cárdenas Guillén”.

El profesor de la Universidad Autónoma de Madrid ponía énfasis en la característica mercenaria de Los Zetas: “Primero fueron los militares quienes les ordenaban realizar discrecionalmente los operativos de captura de empresarios de drogas. El estado les pagaba por esta actividad según las tarifas oficiales, sin posibilidad de negociar sus emolumentos. Una vez en el ámbito de la empresa privada, Cárdenas Guillén contrataba a los desertores según sus necesidades para ejecutar tareas relativas a la violencia que eran colaterales para su actividad de compra venta de drogas”.

Luego de la detención de Osiel Cárdenas Guillén, ocurrida el 14 de marzo de 2003, mientras se daba la reorganización interna del cártel del Golfo, Los Zetas comenzaron a explorar por su cuenta nuevas actividades criminales. “De esta forma aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Una nueva remesa de requerimientos fiscales fue recibida por un grupo cada vez más extenso de individuos y grupos que se movían en el terreno de la ilegalidad: desde transportistas y pequeños vendedores de drogas hasta apostadores ilegales, (dueños de) prostíbulos y contrabandistas de todo pelaje”.

Después de tomar el control de Nuevo Laredo, la banda decidió exportar la misma lógica de recaudación mafiosa en otras ciudades del país, en primera instancia las del noreste, de Nuevo Laredo hasta Torreón. Así dio inicio la nueva era de Los Zetas.

LA RUTA
En cinco años Los Zetas pasaron de ser una banda re- gional a un grupo con presencia nacional. La alianza que establecieron con Arturo Beltrán Leyva, el capo que se separó del cártel de Sinaloa dirigido por Joaquín El Chapo Guzmán, les permitió acceder al mercado internacional del trasiego de la droga, en especial al de la cocaína. Beltrán Leyva sí tenía contactos en Colombia dispuestos a proveer cargamentos de droga que Los Zetas se encargarían de transportar a Estados Unidos a través de las rutas mafiosas establecidas en estados de la República por lo regular colindantes con el Golfo de México.

Nabor Vargas García, a quien apodaban El Débora, un cabo militar que formó parte del Cuerpo de Guardias Presidenciales del Ejército Mexicano hasta 1999, fue quien organizó para Los Zetas estas rutas, un proceso al cual se le llamaba internamente “la expansión”. Gracias a El Débora, las carreteras que van desde Cancún hasta Matamoros fueron controladas por Los Zetas. Los miembros de la organización delictiva conocieron perfectamente todas las brechas de ese trayecto e hicieron algunas ellos mismos, para operar en donde no podían cooptar a la policía o tenían riesgo de ser atacados por grupos antagónicos. Antenas de radio de largo alcance y varias repetidoras fueron instaladas a lo largo de la ruta Zeta para agilizar la comunicación interna de la banda.

LA EXPANSIÓN
Un antiguo miembro del grupo, quien ahora es informante oficial y al que se identificará aquí como Julio, explica que expandir en lenguaje Zeta significa llegar a una ciudad, controlar a las bandas locales, hacer ruta para el tráfico ilegal y caerle a la contra, o sea sacar a los enemigos de la jugada. Mientras tanto, “contracción” le llaman a la segunda fase: poner guardias, montar una red de comunicación por radiofrecuencia y organizar las casas de seguridad para operar en “la plaza”.

La captura de Nabor Vargas en abril de 2007 fue un golpe importante para el proyecto de expansión de Los Zetas. Debieron reorganizar a narcomenudistas, vigilantes (llamados Halcones o Águilas), traficantes de indocumentados, autoridades a su servicio y responsables de casas de seguridad que formaban parte de la estructura construida por el ex miembro de las Guardias Presidenciales. “Las plazas” más importantes conseguidas por la organización, además de los estados de Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León (este último compartido con el grupo Beltrán Leyva), fueron Veracruz, Quintana Roo y Tabasco. Campeche, Yucatán y Chiapas también estuvieron bajo su control, pero tenían una relevancia menor.

LA CONQUISTA
Los Zetas buscaron en especial el control de las costas del Golfo de México por un evidente asunto estratégico, el de consolidar rutas para el traslado de mercancías ilegales hacia Estados Unidos, llámese cubanos queriendo estar en Miami o toneladas de cocaína colombiana con destino a Nueva York.

El negocio de Los Zetas no es la droga, sino el control de geografías para traficar por allí —o cobrar renta— a cualquiera que requiera realizar una operación ilegal a través de dichos territorios bajo su control. Para construir esas rutas, la estrategia de Los Zetas consistió en llegar a cada ciudad y quedarse mediante fuego y sangre con la supervisión de las actividades ilegales que ahí se llevaban a cabo. Este proceso de conquista se desglosaría en cuatro etapas, según diversas fuentes policiales consultadas: La primera es la del arribo de sicarios llamados Ventanas, quienes tienen la misión de conseguir casas de seguridad y campos de entrenamiento, equipar ambos, corromper autoridades y ubicar posibles negocios para su organización. El segundo paso es el de establecer una red de informantes, a quienes llaman Halcones o Águilas, y estos pueden ser desde pandilleros, taxistas o hasta agentes de tránsito, los cuales deben mantenerlos informados sobre lo que sucede en la ciudad.

Las otras dos etapas de esta estrategia corresponden a la llegada de Estacas, que es como llama la banda a sus sicarios mejor preparados, quienes tienen la asignación de realizar ejecuciones de miembros de otras bandas así como actos de terrorismo que les permitan controlar totalmente las “plazas”, que es como llaman a las ciudades. La etapa final de la estrategia utilizada es la del arribo de Metros, la forma de referirse a los miembros de la organización que se encargan de “operar” los negocios ilícitos en las ciudades.

LA TENSIÓN
En medio del proceso de expansión de Los Zetas, comenzaron a surgir las diferencias entre éstos con lo que quedaba de la cúpula del cártel del Golfo, la cual había quedado a cargo de Ezequiel Cárdenas Guillén, hermano de Osiel, quien había perdido su influencia sobre Los Zetas dirigidos por Heriberto Lazcano y Miguel Ángel Treviño. El cártel del Golfo dejó de operar a gran escala y su actividad quedó reducida a Matamoros, de acuerdo con reportes consultados.

Según el informante Julio, el cártel del Golfo pasó a ser la leyenda que antes habían sido Los Zetas, mientras que éstos adquirieron la configuración de un cártel en forma. El nuevo reparto de poder alteró la vida mafiosa en la zona de manera importante desde 2007. Los Zetas, aunque no declararon la guerra a los miembros que quedaban del cártel del Golfo, dejaron de respetar a sus antiguos contratistas y la tensión estallaba regularmente entre unos y otros. El asesinato del diputado federal Juan Antonio Guajardo, el 30 de noviembre de 2007, quien, de acuerdo a fuentes oficiales, conoció al fundador del cártel del Golfo, Juan García Ábrego, se debió a que el legislador del Partido del Trabajo intentó hacer un movimiento para erradicar a Los Zetas de la región, ya que eran cada vez más el número de personas y negocios que debían pagar el impuesto a la banda.

LAS CASTAS
“El problema es que la gente que trajo Osiel es pura maña, que cuando vio la oportunidad se quedó con el poder y quitó a todos los viejones que había... lo que pasó es que hubo una diferencia de castas que no respetaron Los Zetas. Ellos pusieron, como se dice, un gobierno espurio”, dice el informante Julio. La tensión siguió creciendo en la zona con otros asesinatos y más operaciones criminales. A finales de 2008, las diferencias eran tan graves que se había decidido hacer una reunión entre los líderes de Los Zetas y del cártel del Golfo con el fin de evitar la guerra. La cita supuestamente se llevó a cabo pese a que el líder de Los Zetas, Heriberto Lazcano, acusó a la cúpula del cártel del Golfo de haber entregado a la policía a Jaime González Durán, un importante sicario de la organización apodado El Hummer, detenido días después del accidente aéreo en el que murió el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño. Por eso días, el presidente Felipe Calderón ordenó a los órganos policiales apurar la captura de algún miembro importante de Los Zetas para interrogarlo y determinar si estos estaban implicados o no en el siniestro.

A pesar de todo, la tregua entre Los Zetas y los pocos miembros que quedaban en el cártel del Golfo se mantuvo en 2009.

LA GUERRA
Pero esa paz terminó el 22 de febrero de 2010 cuando convoyes de camionetas con las siglas CDG en los costados irrumpieron en diversas ciudades de Tamaulipas primero, y en los días siguientes hicieron lo mismo en Nuevo León y Coahuila. La ofensiva dada a conocer por la DEA unas semanas antes coincidió con la divulgación en México de unas palabras de arrepentimiento de Osiel Cárdenas Guillén, desde su encierro en Estados Unidos, donde recibió un sentencia de tan sólo 25 años de prisión, resultado de una negociación en la que el capo colaboró con información clave para desmembrar a Los Zetas.

De acuerdo con el reporte de la DEA, como el cártel del Golfo se había quedado con una capacidad de fuego muy menor a la de Los Zetas, los líderes del cártel se habían aliado con el cártel de Sinaloa y La Familia Michoacana bajo el lema “México unido contra Los Zetas”. Algunos funcionarios estatales y dirigentes de organizaciones no gubernamentales de Nuevo León que fueron consultados temen que en estos comandos haya además miembros de las Fuerzas Armadas.

A principios de año, antes de que se desatara la ofensiva contra Los Zetas, un importante mando de la policía federal dijo en reunión con funcionarios de un gobierno estatal: “Para combatir a Los Zetas hay que usar su mismo veneno”. Sin embargo, el informante Julio asegura que no es así: “Se están moviendo los mapas de los mañosos, nada más. Eso es lo que está pasando”.

EL SILENCIO
De lo que no hay duda es que de febrero a la fecha hay masacres, asesinatos selectivos, desapariciones y balaceras, pero no partes informativos de las batallas ni comunicados o voceros que expliquen lo que está sucediendo ni por qué. La información de la zona llega a cuentagotas y vía medios sociales como el YouTube: una mujer se atrevió a grabar con su teléfono celular la forma como quedó la carretera principal de Camargo, Tamaulipas, luego de un enfrentamiento que duró toda la madrugada. Cadáveres regados, esqueletos de camionetas calcinadas, miles de cartuchos percutidos y militares peinando la zona aparecen en la grabación de algo que oficialmente no quedó registrado en ningún medio de comunicación formal. Apenas así se burla el cerco informativo impuesto por el narco. Informar es demasiado riesgoso: la leyenda dice que la mujer que subió ese video al YouTube ya fue ubicada y asesinada por una de las bandas del narco.

Aunque se escuchen ráfagas de metralletas todos los días en la carretera Ribereña, la dura vida de los tamaulipecos transcurre en silencio, sobre todo en pequeñas ciudades como Miguel Alemán, Valle Hermoso y Camargo. Allí la muerte es diaria, aunque no hay actas de defunción. Es un territorio convertido en un apocalíptico y callado campo de batalla.

En cuánto comenzó esa ofensiva, un anónimo grupo de empresarios elaboró un largo escrito dirigido al cártel del Golfo, en el cual relatan las penas vividas durante el régimen de Los Zetas y acaban diciendo: “Queremos que nos regresen a nuestros familiares secuestrados vivos o muertos y que respeten a la gente. Le pedimos al cártel del Golfo que nos respete. Queremos que nos regresen nuestros coches, nuestros terrenos, nuestras casas y todo lo demás que nos quitaron”.

CDG
No son los únicos comunicados de la guerra, los cuales, sin embargo, pocas veces llegan a la opinión pública nacional. El CDG declaró la guerra a Los Zetas a ritmo de hip-hop. Un rapero fronterizo conocido como Sr. Cortés grabó en una canción la declaración de la actual guerra. El disco se vende en mercados y puestos ambulantes de las ciudades fronterizas tamaulipecas. La canción se llama “El Reto” y ésta es su letra:

Recuerda ciudadano, no todo es violencia,
por eso el CDG, también en eso piensa.
Respeto a tu familia, no te metas conmigo,
insisto y te recuerdo, yo no soy el enemigo.
Esto va de parte de CDG,
esto es un llamado así es que escuchen bien:
el pleito no es contigo, ni con el gobierno,
pero si nos buscas, arderás en el infierno.
El que mata a mujeres y niños es un cobarde.
Hay que ir de frente porque así es el jale.
Confunden la valentía con la felonía,
cuando en verdad es pura cobardía.
Los que se creen valientes, aquellos con su fama
mienten y quitan la vida a gente inocente
Los invito: topón de frente.
Ya saben: escojan el puente, la hora, el día
para desaparecerlos como los dinosaurios,
extinguirlos en masa con la metraca,
taca-taca-taca.
Pa que el pueblo sepa que el CDG respeta,
en todo el planeta, pa’que se den cuenta
que aquí va la vuelta, pa’los que secuestran.
Y con el gobierno evitamos la fricción
pero si así lo quieren nos damos un tocón.
Es por eso que con ellos evitamos balaceras
y para que así gente inocente no se muera.
Pueblo no confundan al cártel con cobardes.
Si el CDG no mata más que a los cobardes.
Ya lo saben, acabemos con la escoria.
Y protejamos, bien nuestras colonias.
Así es que los retamos a que se la fleten
al estilo bravo, líderes enfrente,
no manden chichincles para que los mate,
amárrense las bolas, bola de cobardes.
Matamoros, Reynosa y Laredo,
todo Tamaulipas, también el mundo entero,
en el entrenamiento el cártel no escatima,
por eso en Tamaulipas, el CDG domina,
flétense cabrones, nos damos un tocón
y donde ustedes quieran les damos un juntón.
Maten pero el hambre y déjense de pedos
y por si necesitan yo les presto mi dedo.
Esto es un reto.

Luego del lanzamiento de la canción “El Reto”, miembros de CDG repartieron diversos escritos a mediados de marzo a través de correos electrónicos y volantes. El escrito titulado “Última oportunidad” comienza así:

“Se les comunica a toda la sociedad en general que las acciones en contra de Los Zetas seguirán hasta exterminarlos a todos como ratas. Para dicho fin seguiremos con los ataques. Empezamos con los antros, bares y cantinas propiedad de Los Zetas que, para la gente que no los conozca o se quieran hacer pendejos, son los que están abiertos toda la noche y esos culeros adentro, en los reservados”. Y acaba de esta forma: “Nosotros únicamente somos narcotraficantes; digan dónde y ahí estaremos, pendejos, ya les llegó su hora de morir. ¡Mugrosos!. Atentamente México Unido contra Los Zetas”.

Z
A su vez, Los Zetas enviaron a los buzones de los correos electrónicos de funcionarios locales, periodistas y empresarios, el siguiente comunicado:

“Este es un comunicado oficial de parte de La Compañía. Sabemos que en todas las ciudades están molestos con todo lo que está pasando y están hartos de ver cómo esto no se termina, pero aquí esta realidad de lo que querían saber: A nosotros nos tachan de secuestradores, extorsionadores, asesinos y demás, pero les recuerdo que nosotros, antes de que iniciara todo esto, estábamos a las órdenes del Cártel del Golfo (CDG), y por lo cual recibíamos órdenes. Ahora que ellos nos declararon la guerra, aún así nos culpan de quemar casas, de matar gente inocente y demás, como si ellos no hicieran eso. Se tachan de finos, estudiados y buena gente, que hasta roban tiendas de ropa para vestir bien. Queman casas porque creen que así nos iremos para siempre, matan a gente inocente para echarnos la culpa de eso y que toda la ciudad se ponga en contra de nosotros, y ellos queden bien. Ponen comunicados en diferentes medios para tapar el sol con un dedo. Nosotros no necesitamos andar diciendo a la gente que nos apoye, ni mucho menos reclutamos alumnos de secundarias como ellos lo hacen. Nosotros somos gente preparada para combate y no necesitamos de gente que no sabe ni manejar un arma.

Ellos nos declararon la guerra y ahora no la ven llegar porque están situados en territorios donde no se pueden mover para ningún lado y por eso necesitan de sus alianzas con otros cárteles para defenderse, pero no saben que sus aliados los terminarán exterminando primero a ellos. Así que espero que les quede claro de la realidad de quién recluta gente no preparada, de quién asesina gente inocente para culparnos a nosotros, de quién arma sicosis en la ciudad para que la ciudadanía crea que con ellos las extorsiones, secuestros y asesinatos terminará, de quiénes publican miles de “comunicados” y pagan mucho dinero para que sus videos sean publicados.

Somos lo que somos pero estamos conscientes de nuestras acciones y antes de realizarlas, le añadimos inteligencia.

Sólo nos resta decirle que no salgan de sus casas si no tienen nada a que salir y ante cualquier evento en la calle, trate de resguardarse, pero tengan por seguro que nosotros sí tenemos entrenamiento y no como ellos que no saben actuar ante una situación así. Con esto no les estamos pidiendo que nos apoyen ni que anden poniendo gente, solo que no se metan con nosotros y que nos dejen trabajar. Al final de esto, saldrá victorioso quien tenga más poder y más estrategia para poder realizar su trabajo.

Estamos conscientes de que perderemos gente, pero ellos perderán todo. Nosotros podemos realizar nuestro trabajo sin necesitar el apoyo de la población inocente.

Atentamente: La compañía Z”.

A la orilla del Golfo, el terror se ha convertido en la característica del lugar.

Reportaje publicado en M Semanal el domingo 15 de agosto de 2010 como parte de la serie Los inicios del narco en el Golfo.

Historias de Nadie

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