Tlaskamati

miércoles, 18 de agosto de 2010

Un pueblo a cambio de una refinería

La indefinición en la construcción de la Refinería Bicentenario detona el conflicto entre los ejidatarios, quienes fueron persuadidos para vender sus tierras para materializar el proyecto energético de Felipe Calderón: se les imbuyó la idea de que serían contratistas de Pemex y a ello destinaron sus recursos. Hoy no tienen tierra ni empleo, mientras su capital fue invertido en maquinaria sin uso

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Atitalaquia, Hidalgo. En junio de 2009, levantaron la última cosecha, la del tiempo de aguas que es la mejor del año: frijol, trigo, avena, cebada, calabacita, tomate, chile verde, nabo y alfalfa. Luego, los campesinos del polígono que forman Atitalaquia, Tlaxcoapan y Tula fueron persuadidos de vender sus tierras para la Refinería Bicentenario a cambio de convertirse en contratistas y franquicitarios de Petróleos Mexicanos (Pemex), el sueño de cualquier empresario.

Ellos nada saben de licitaciones ni de la normatividad en las contrataciones que hace el gobierno, y nadie les informó que, por ley, la obra deberá someterse a concurso, donde las compañías prueben su capacidad técnica, experiencia y respaldo económico. Ellos sólo saben que les prometieron trabajo inmediato, excavando, acarreando, nivelando, levantando ladrillo a ladrillo la nueva refinería. De manera que en cuanto recibieron el pago por sus tierras, ultimaron la compra de camiones de volteo, excavadoras, grúas y trascavos con los que las concesionarias los engancharon cuando aún se discutía el precio de los ejidos.

Les dijeron también que sus hijos ingresarían a Pemex, donde el salario más bajo ronda los 10 mil pesos mensuales, muy tentador para la región donde el sueldo del 61 por ciento de la población económicamente activa (PEA) no rebasa los dos salarios mínimos. Y quien quisiera incluso podría instalar su propia gasolinería. Un promisorio futuro en un Hidalgo que ocupa el quinto lugar de marginación del país.

Una vida de ensueño en el estado donde una de cada cuatro personas vive en pobreza alimentaria; una de cada tres no puede cubrir sus necesidades básicas de alimentación, educación y salud; y una de cada dos vive en pobreza patrimonial, según cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo.

Pero el sueño no acaba de cuajar. Las 700 hectáreas que Pemex demandó para el proyecto, disputado en una loca carrera entre Guanajuato e Hidalgo, yacen hasta hoy sin uso alguno, al igual que la maquinaria que los ejidatarios compraron para enrolarse en la industria petrolera.

Con su inversión ociosa, los campesinos comienzan a dudar si la Bicentenario será otra de las promesas incumplidas de Felipe Calderón. Si en términos energéticos equivaldrá al Proyecto Fénix de Vicente Fox: sólo papel y palabra. Los atormenta pensar que recién concluyó el mejor temporal –donde invierten poco y cosechan mucho? y ellos no levantarán una sola mazorca.

“Todos nos esforzamos. Dejamos la tierra porque nos dijeron que llegarían las obras, el desarrollo, el progreso, por eso invertimos todo el dinero en maquinaria”, explica Óscar Ramírez, ejidatario de Dendhó, uno de los tres pueblos de Atitalaquia (los otros son Colonia Dendhó y Cardonal) que aportaron 520 de las 700 hectáreas que comprende el polígono de la Refinería Bicentenario.

Hasta hoy, la donación de estas tierras a Pemex no ha traído el anunciado empleo, por el contrario, dejó sin empleo a cientos de jornaleros de Hidalgo, Tlaxcala y el Estado de México, que de manera temporal se enrolaban a la siembra, barbecho y cosecha, contratados por los ejidatarios.

Hace unas semanas que las oficinas ejidales se han convertido en despacho de quejas y confesionario de penares. El dinero se esfuma, la tierra es intocable, el trabajo no llega. Los campesinos pasan de la molestia a la desesperación; se dicen timados. “Parece que de nuevo fuimos engañados”, expone el comisariado ejidal Valentín Montoya Cerda.

En su oficina, mientras intenta colgar en la pared un póster color sepia del general Emiliano Zapata empuñando un fusil, Valentín Montoya advierte que ante la indefinición del gobierno federal en la obra, pasarán a una etapa de movilización: manifestaciones y plantones en la ciudad de México, ante Pemex y la Presidencia. “Porque aquí –subraya? se está creando un conflicto social”.

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Dendhó, sueño amargo

Los lugareños hacen eco de la advertencia de Montoya. En realidad, los problemas llegaron aparejados con la asignación del proyecto: desconfianza y codicia entre quienes venderían y los que no. Entre quien podría ver de junto la herencia de los bisabuelos y abuelos, y quizá tumbar la casita de barro encalado para levantar una de tabique macizo con todo y su herrería de aluminio, o cambiar el televisor por una pantalla, o la troca por un carro último modelo. Y a sólo unos metros, el vecino que, simplemente, seguiría igual.

Dendhó y sus infortunios evocan La Perla, aquella novela de John Steinbeck, donde un día el pescador Kino y su esposa Juana obtienen una perla, “la perla del mundo”, tesoro que se convierte en su peor desventura.

En enero, la provinciana calma que reinaba en Dendhó se rompió para siempre. Dos campesinas, Irma García Reyes, de 45 años de edad, y su hija Guadalupe Aguilar García, de 23, fueron torturadas y estranguladas en su domicilio por quienes buscaban los 2 millones 500 mil pesos que cobraron por sus ejidos.

Asesinadas en presencia del pequeño hijo de Guadalupe, quedaron inertes en una de las recámaras de la precaria casita, atadas de manos y pies con cable de luz igual al que les amarraron al cuello hasta asfixiarlas. Aquel día, madre e hija habían retirado del banco 100 mil pesos que depositaron en una agencia automotriz donde comprarían un vehículo. Por la noche, ocurrió el asalto. Los homicidas se llevaron los documentos bancarios de la cuenta en la que el gobierno les depositó el pago de sus tierras.

En los días subsecuentes, los ejidatarios organizaron manifestaciones para exigirle a Osorio garantizar su seguridad y que se retiraran las listas donde publicó el nombre, domicilio y monto recibido.

Corrió todo tipo de versiones, particularmente la de células del crimen organizado prestas a quitarles su dinero vía extorsiones y secuestros. La prensa local recogió numerosos testimonios de quienes se dijeron víctimas de extorsión telefónica, incluso desde antes de que las tierras les fueran liquidadas.

El ayuntamiento organiza “talleres” para combatir los males que ha traído la malograda fiebre del oro negro ?delincuencia, drogadicción y vandalismo? con música, pintura, zumba, defensa personal, prevención de drogadicción, de violencia familiar y fomento a la equidad de género. A la zona, llegaron las primeras compañías que ofrecen seguridad y “protección personal”.

En abril, la Procuraduría General de la República detuvo a un grupo de narcomenudistas recién asentados en el municipio. Se registraron también los primeros secuestros; la Secretaría de Seguridad Pública detuvo a cuatro plagiarios (Amparo Lizet Aparicio Ramos, Gilberto Aparicio Martínez, Raúl Díaz Carballo y Rafael Mendoza Paredes), originarios de Matamoros y Reynosa, quienes confesaron un secuestro en Atitalaquia y otro en Tlaxcoapan.

Hoy, el recelo hace a los lugareños escudriñar de reojo a todo fuereño, vigilarlo desde el umbral de la ventana con la cortina asida entre las manos, o cotillear abiertamente con el vecino sobre la presencia del extraño.

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Empleo y paz

Todos en el pueblo hablan de que aquí se cocina un conflicto social. El alcalde Leonardo Olguín Prado explica: “Nos prometieron que la Refinería garantizaría el empleo y la paz social por lo menos durante los próximos 25 años”. La ecuación va resultando lógica: cero obra, cero empleos igual a cero derrama económica, equivalente a problemas.

Y es que, además, todo el plan de desarrollo local se centró en la Bicentenario: los ingresos programados, la obra pública e infraestructura, y hasta el futuro de los 121 jóvenes que se matricularon como la primer generación del recién inaugurado Instituto Tecnológico de Atitalaquia, para estudiar ingeniería petroquímica, industrial y mecatrónica; un lujo para una entidad donde la mitad de las escuelas primarias aún son multigrado.

Olguín dice que, cuando arrancó su administración, ponderó la agricultura porque a esa actividad se dedica más de la mitad de la gente, pero pronto debió replantear. “Dimos un giro; todo para impulsar la industria petrolera”.

La misma consideración se hizo en el ámbito federal y fue determinante para que el Legislativo apuntalara el proyecto que Felipe Calderón anunció el 8 de octubre de 2008, en un mensaje difundido en cadena nacional, en medio de los cuestionamientos en torno a su proyecto de reforma energética.

Después de tres décadas sin una nueva refinería, se construiría una que elevaría la competitividad energética de México y, sobre todo, generaría empleo. Pero el desempleo crece, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. El gobierno federal tiene detenidos los 5 mil millones de pesos que el Congreso autorizó para el arranque de la construcción, denuncia el diputado federal David Penchyna.

Argumentos para el atraso ha habido muchos, pasando por los tintes políticos que tomó el proyecto previo al proceso electoral de julio pasado, agudizado con la presencia en la entidad, justo una semana antes de las elecciones, de la secretaria de Energía, Georgina Kessel, y el de Educación, Alonso Lujambio, quienes acudieron sólo para recalcar que el proyecto estaba en pie y “no se vale poner en duda la palabra del Ejecutivo”. Luego tomó fuerza un nuevo argumento, el de los vestigios arqueológicos....


Ana Lilia Pérez / Rubén Darío Betancort, fotos / enviados

1 comentario:

Anónimo dijo...

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