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jueves, 3 de marzo de 2011

Exija a Calderón respeto a derechos, recomendaron a Obama en 2009; ahora la situación se agrava

En vísperas de un nuevo encuentro, embajador incómodo empaña relación. El asesinato de un agente de la ICE, otro tema espinoso en la agenda común

El primer ministro de Canadá, Stephen Harper; el presidente Felipe Calderón, y su homólogo de Estados Unidos, Barack Obama, durante la cumbre de líderes de América del Norte, el 9 de agosto de 2009 Foto Alfredo Guerrero

Antes de que el presidente Barack Obama viajara a Guadalajara para asistir a la cumbre de jefes de Estado de Norteamérica el 9 y 10 de agosto de 2009, la embajada de Estados Unidos le aconsejó que exigiera a su homólogo Felipe Calderón un manejo más transparente ante las acusaciones de violación a los derechos humanos, especialmente en los tribunales del fuero militar.

Ese año la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) había emitido 14 recomendaciones relacionadas con abusos cometidos por miembros del Ejército, entre otros la muerte de cinco civiles, abatidos por soldados en Badiraguato, Sinaloa, en marzo de 2008.

Calderón, por su parte, pensaba insistir frente a su homólogo que Washington agilizara el desembolso de fondos de la Iniciativa Mérida y que sus autoridades frenaran el flujo de armas de asalto, en venta libre en Estados Unidos.

En respuesta –orienta este documento a Obama–, “usted debe exigir que la Oficina de Control de Armas de Fuego y Explosivos tenga pleno acceso a los arsenales de armamento confiscado, y demandar que, en materia de extradición de presos, sean entregados los jefes de alto rango de los cárteles del narcotráfico, no solamente sus lugartenientes”. Y citan específicamente a Benjamín Arellano Félix y Sandra Ávila Beltrán.

Se trata de una guía –los llamados scenesetter que se suelen preparar como carpetas informativas para altos funcionarios en sus viajes de Estado– en la que la embajada previno a Obama: Calderón tratará de abordar una amplia e imposible serie de temas e intentará presionarlo para que asuma un compromiso público y explícito para financiar los programas de la Iniciativa Mérida más allá del plazo de tres años establecido originalmente, y también para que Estados Unidos haga un esfuerzo mayor para detener el flujo de armas a México.

A toro pasado, este documento (cable 09MEXICO2264) que ahora puede conocerse a través de Wikileaks y La Jornada, explica un aparente exabrupto del presidente mexicano en la conferencia de prensa tripartita con la que culminó la reunión tapatía entre Obama, Calderón y el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, hace año y medio.

Aquel mediodía, fuera del guión y sin que mediara una pregunta específica, Calderón arremetió contra los sectores que denunciaban los atropellos a las garantías individuales en los que incurría el Ejército en sus operativos contra el crimen organizado: “Ha habido un escrupuloso esfuerzo por proteger los derechos humanos. Y quienes señalen lo contrario, están obligados a probar un caso –¡un solo caso!– en que no haya actuado la autoridad, en que se hayan violado los derechos, en que no hayan respondido las autoridades competentes para castigar a quienes hayan abusado de sus competencias legales”. A su lado, el presidente de Estados Unidos jamás perdió la sonrisa.

No puede descartarse que, en la reunión privada, Obama haya reflejado la luz roja que encendieron sus diplomáticos. De manera poco usual, la embajada –en este documento que supervisó el encargado de negocios John Feeley, ya que Carlos Pascual aún no había sido confirmado como embajador– ubicó el tema de los derechos humanos en un lugar preponderante en la agenda. Las denuncias de abusos de derechos humanos por parte de los soldados desplegados en misiones antidrogas están minando el apoyo a sus políticas de seguridad, señala el texto.

El cable revela que en el Hospicio Cabañas, en 2009, bajo la aparente tersura de los discursos diplomáticos, había un trasfondo crispado. El texto está clasificado como confidencial y no forn (para uso interno exclusivamente) y presenta el perfil de un presidente mexicano acosado: la violencia del crimen organizado al alza, crisis en las finanzas, problemas internos en el PAN, un margen de maniobra disminuido en el Congreso, pobreza y desigualdad crecientes y un cuestionamiento público cada vez mayor sobre su estrategia contra el narcotráfico. Y para colmo, desde junio de ese año Washington retenía los fondos para financiar la Iniciativa Mérida, condicionados a un proceso de certificación de derechos humanos.

Mayor deterioro

Un año y siete meses después, en el cuarto encuentro Obama-Calderón, este jueves 3 de marzo en la Casa Blanca, el deterioro de la relación bilateral se ha agravado. Por un lado, el reciente asesinato del agente de la Oficina de Aduanas e Inmigración (ICE, por sus siglas en inglés) Jaime Zapata, el 15 de febrero. Los efectos de este homicidio son de pronóstico reservado. Por otro lado, hay indicios de una ruptura del gobierno mexicano con el embajador Carlos Pascual, a juzgar por lo que Calderón dijo en una entrevista con El Universal (22 de febrero): Los embajadores o quienes generaron los cables le echaron mucha crema a sus tacos (...) y han hecho mucho daño. Sin sombra de las mínimas normas del protocolo diplomático, agregó que lo que él trata con su gabinete de seguridad no es un asunto de su incumbencia.

El estado de la relación bilateral México-Estados Unidos hoy en día parece confirmar una vieja teoría que persistía en tiempos del PRI, que sostiene que para México es más complicado lidiar con un presidente demócrata (acaso menos rígido en su conservadurismo) que con un republicano.

En este sentido es revelador el cable que contiene la guía con la que la embajada prepara a Obama en 2009. Es un texto para la confrontación. El tema de las armas es un botón de muestra.

Va a presionar (Calderón, en la reunión privada que sostendrá con su huésped estadunidense) para que EU haga mucho mayores esfuerzos para contener el tráfico de armas ilegales a través de la frontera. Respóndale que nosotros hemos incrementado recursos para la Iniciativa de la Frontera del Suroeste, y hágale ver que el éxito para frenar este flujo depende en buena medida en la capacidad de rastrear el origen de las armas confiscadas a los grupos criminales. Existen algunos avances en la firma de protocolos con autoridades mexicanas para que nosotros tengamos acceso a esos arsenales. Sería útil que usted lo aliente a continuar en esta línea.

En realidad, lo que México pretendía eran acciones más concretas, como la reactivación de la ley que en 2004 prohibió la importación de armas de asalto y que desde entonces está congelada. México ha planteado insistentemente que esta prohibición vuelva a decretarse.

Parece que fue ayer

Ha corrido mucha agua desde aquella primera reunión en el Instituto de la Cultura de México en Washington, el 12 de enero de 2009, entre el mandatario mexicano y Barack Obama aún en su calidad de presidente electo.

El equipo diplomático de Los Pinos se jactaba de haberse anotado un importante gol al haber colocado ese encuentro en la apretada agenda de Obama, en quien se cifraban tantas esperanzas. Según la evaluación de la embajada de Estados Unidos en ese momento, la entrevista tendría el efecto de diluir la inquietud de quienes pensaban que México no figuraría entre las preocupaciones prioritarias de la nueva administración estadunidense, dice el cable 09MEXICO131. Después del apoyo público que el demócrata entrante expresó al mexicano, podemos esperar una definición más detallada de la agenda común en próximas reuniones.

La oportunidad llegó apenas tres meses después, en abril, cuando Obama programó una visita de Estado a México de paso hacia la Cumbre de las Américas, en Trinidad y Tobago.

El scenesetter preparado para la ocasión es más cordial en su presentación de Calderón y su evaluación sobre México, que no es, definitivamente, un Estado fallido, como lo describen algunos en Estados Unidos.

Ambos mandatarios se preparaban para la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago, la primera cita del estadunidense con los gobernantes de Latinoamérica y el Caribe el 16 y 17 de abril. El bloque latinoamericano, encabezado por el entonces presidente de Brasil Inacio Lula da Silva albergaba la esperanza de que Obama entrara en razón y levantara el embargo contra Cuba que heredó de los gobiernos de la guerra fría.

Pero la embajada le aseguraba a su jefe que frente a las presiones de los líderes de Sudamérica, en particular las que se esperaban del venezolano Hugo Chávez, podría contar con Calderón. Él lo apoyará en todas sus metas durante la cumbre. Así describen al presidente mexicano en la escena regional: “Desconfía profundamente del populismo de izquierda, pero ha evitado caer, como lo hizo su antecesor (Vicente Fox) en amargas disputas con Cuba y Venezuela. Considera que el liderazgo de Estados Unidos a escala internacional es sumamente positivo.

Se ha quejado de que a veces se siente aislado como uno de los pocos presidentes electos democráticamente y firmemente comprometido a defender el libre mercado y no permitir que se socaven las instituciones democráticas.

Esta nota en versión impresa

Por: Blanche Petrich

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